¿Ha reflexionado alguna vez sobre su papel en la empresa? ¿Cómo podrías hacerlo mejor? ¿Por qué su puesto tiene una determinada dinámica de trabajo? En este artículo pretendemos reflexionar sobre el papel del analista de garantía de calidad, cuestionar ciertos aspectos y hacer una autocrítica al respecto. El analista de control de calidad debe ser como árbitro en el fútbol, cuanto más desapercibido pase y cuanto menos hablen de él al final del partido, mejor hará su trabajo. En muchos casos, en este rol se pueden encontrar paralelismos con este deporte. En ocasiones, los árbitros son futbolistas frustrados que no han alcanzado la profesionalidad, ya sea por no tener el talento necesario o por no perseverar lo suficiente. Del mismo modo, el QA es, en algunos casos particulares, un desarrollador frustrado que, por no insistir lo suficiente, por alguna dificultad de la vida o simplemente por tomar un camino más fácil, prefiere conformarse con señalar y resaltar los errores de los demás. Esto genera un ego presuntuoso, la necesidad de ser visto por los colegas del sector, para sentirse importante, como un eslabón esencial de la cadena. Los hombres desean creer esto para sentirse bien consigo mismos.
En realidad, esto no es cierto. Cualquier desarrollador cuidadoso y meticuloso podría reemplazar perfectamente la función de control de calidad, así como otros puestos más tangenciales como gerentes de proyectos o analistas de negocios. Nuestro trabajo en el área de TI es uno de los que necesita menos requisitos previos para desempeñarse de manera aceptable. De hecho, así es como venden los cursos de evaluación en muchos institutos y academias: «Cualquiera puede ser evaluador». Este ego desmesurado atenta contra la calidad de vida y, al igual que en la vida, creer que estamos separados del resto nos lleva a tomar medidas y a adoptar actitudes que, a largo o corto plazo, perjudican al equipo y, por ende, a nosotros mismos.
La experiencia de Matías Angio, y lo que lo hace reflexionar y escribir sobre ella, se basa en el trabajo en equipo en el que se comparte el espacio físico, trabajando para un proyecto que aún no está en producción. Las metodologías de trabajo utilizadas se basan en la metodología ágil, algunas utilizan prácticas de desarrollo continuo y otras se basan en procesos de lanzamiento tradicionales. Más allá de las diferencias, la idea central se aplica a todo.
El primer y más importante aspecto que los QA deben tener en cuenta es la actitud. Es imprescindible tener una actitud positiva hacia el equipo y el cliente. Somos lo que emitimos, y la forma en que nuestro estado de ánimo impacta en los demás está más que comprobada. Si bien es cierto que es difícil mantener una actitud positiva cuando las cosas no funcionan, nos corresponde a nosotros tratar de revertir esta situación negativa, y debemos proponernos ese desafío a nosotros mismos. Además, debemos aceptar las críticas y las recomendaciones de mejora que recibamos, directa o indirectamente, de nuestros compañeros de trabajo o superiores. Solo cuando las aceptemos, sin juicios de valor ni tomándolo como algo personal, podremos hablar abiertamente con los demás y sugerirles mejoras de manera honesta, para evitar ofender a nadie y ser malinterpretados como arrogancia o intromisión en el trabajo de otra persona. Debemos tratar de evitar ser el dedo que indica constantemente lo que está mal, sin involucrarnos, y tratar de mejorar las cosas desde dentro, con pequeñas acciones que ayuden a los demás.
Tenemos que ser proactivos. Nuestro trabajo no debe comenzar cuando recibimos una tarea para probarla. Hay muchas cosas que podemos hacer antes y durante el tiempo que estamos realizando las pruebas: crear casos de prueba, analizar los requisitos, probar otras funcionalidades, pensar y buscar mejoras en los flujos de trabajo de los productos en desarrollo, plantear e imponer dudas al equipo del tipo «¿Y si...?» , entre otras. Nuestro tiempo de inactividad, como ocurre con algunos límites de funciones matemáticas, debería tender a cero. El tiempo es importante y es un tema debatido desde los orígenes de la civilización humana. Se dice que el tiempo es dinero y que el dinero percibido como trabajo se paga con el tiempo de vida. Otras visiones, tanto espirituales como científicas, proponen que el tiempo en sí mismo no existe más allá de nuestras propias mentes. El punto es que, a veces, disfrutamos mientras pasa el tiempo. En muchas ocasiones, retrasamos una tarea o se la devolvemos a un desarrollador para que resuelva detalles que podríamos haber comunicado perfectamente de forma oral. Matías Angio explica que aún no ha calculado cuánto tiempo se pierde en todo ese proceso, pero siente que es mucho.
Como está escrito al principio, cuanto más desapercibidos pasen los QA, mejor. El hecho de que denunciemos errores una y otra vez no nos convierte en mejores evaluadores. Si detectamos que algo va a fallar o puede quedar mal desde una fase temprana, comunicarlo de antemano es el camino óptimo, en lugar de esperar a que esté desarrollado para encontrar y señalar el error. Más vale prevenir que curar.